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Pregunta de PDT Compresión Lectora

Artículo de divulgación científica publicado en la sección de Reportajes del periódico La Segunda por D. Pérez el 2018.

LOS MISTERIOS DE LAS BALLENAS

«Los mares ocupan tres cuartas partes del planeta, y representan el 99% del volumen habitable de vida de la Tierra. Entre los cientos de miles de especies que navegan bajo la superficie del mar están los cetáceos, colosales mamíferos que descienden de animales terrestres que volvieron al agua después de vivir millones de años en la superficie. En el mundo existen cerca de 87 especies de cetáceos y 43 de ellas –el 50%– han sido registradas en aguas chilenas. Las bajas temperaturas del océano Pacífico, producto de la corriente de origen antártico, lo transforman en una importante reserva alimentaria, un factor que explica su proliferación.

Específicamente, las ballenas están concentradas en la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, en Chañaral, y en las costas de la Región de Los Lagos, Aysén, el Archipiélago de Chiloé, Magallanes e incluso en la Antártica. Ahí, científicos de Chile y el mundo se montan en pequeñas embarcaciones en las que durante dos décadas han observado a ballenas azules –el animal más grande del mundo–, jorobadas, Sei, Fin, Minke, entre las que han logrado registrar.

¿Quiénes son y cuáles son las preguntas que buscan responder?

LA LEYENDA DE LAS BLANCAS

El biólogo del Instituto de la Patagonia y la Universidad de Magallanes, Jorge Gibbons, jamás imaginó que los cetáceos que veía en la costa desde su casa en Punta Arenas cuando era un niño se convertirían en su objeto de estudio, a comienzos de los 80. “Empecé observando los delfines de Chañaral junto a Juan Capella, después viajé a Colombia a ver su trabajo con las ballenas jorobadas, volvimos a Chile para seguir buscándolas y desde entonces me sumergí completamente en este mundo, desde la biología y también desde la arqueología”, cuenta.

Si bien su foco estuvo compartido con Capella, […] su interés se ha ampliado a otras especies, como la ballena blanca y Minke, que llamaban especialmente la atención de los pueblos originarios del sur de Chile. “Los cazadores terrestres tenían un conocimiento exquisito y detallado de lo que los biólogos, a lo largo de décadas, hemos ido encontrando en el presente”, dice Gibbons. Por ejemplo, la tradición oral cuenta que el territorio norte de Tierra del Fuego era visitado ocasionalmente por una gran ballena macho, y cuando sucedía, era un gran evento para el pueblo. “Con investigadores argentinos descubrimos que hay una especie de cachalote que varaba allí regularmente. Todos eran machos. Lo que parecía un mito, era información precisa que viene de la observación”, agrega.

La evidencia arqueológica demuestra que los selk’nam conocían a los cetáceos desde siempre. Jorge se emociona con la imagen de Tanu, una representación que este pueblo hacía de la ballena Minke, utilizada en ritos y ceremonias sagradas, con líneas blancas sobre un fondo rojo, muy parecidas a los surcos que tienen estos animales en la parte inferior de sus bocas. “La antropóloga Anne Chapman grabó en los años 60 a Lola Kiepja, una chamana de Tierra del Fuego que usaba cantos para atraer cetáceos a las costas. En períodos de hambruna, la gente pedía que una ballena varara en la tierra y el representante de la comunidad emitía una recreación del canto para confundirlas y atraerlas”, explica.

Por estos días, Gibbons ocupa sus jornadas revisando unas fotografías de ballenas blancas recién llegadas de la Península Valdés, en Argentina, en una latitud similar a la isla de Chiloé. […] Lo interesante de esta investigación es que la población de estos cetáceos se extinguió en Chile debido a la caza. “En Península Valdés se recuperó, pero en la costa Perú-Chile si bien hay avistamientos, no tenemos un sitio de reproducción: los pocos que se han visto vienen desde el Atlántico. Son seres fascinantes e intelectualmente complejos. Los más viejos son capaces de aprender nuevos cantos, que son realmente difíciles. Para ellos la edad no es una limitante, pueden mantener activas sus capacidades cognitivas”, explica.

LOS MISTERIOS DE LOS CANTOS

La británica Susannah Buchan supo cuando era una niña que quería estudiar a las ballenas. Es una pasión que desarrolló en sus vacaciones en Canadá, en la casa de sus abuelos maternos. “Un lugar muy parecido al sur de Chile, con bosques y muchas ballenas”, dice la oceanógrafa, investigadora de la Universidad de Concepción y del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (Ceaza).

¿Qué le llama la atención de ellas? “Fueron el primer grupo de fauna marina que llevamos al borde de la extinción, y eso me pareció muy impactante. Para mí representan todo lo que es el océano, la magnitud, la potencia, la inteligencia, el misterio”, asegura.

Sin hablar una gota de español, en 2007 Buchan llegó al sur de Chiloé para poner en práctica sus estudios, enfocados en la acústica de las ballenas. […] “Todas las especies suenan distintas, pero dentro de las azules además existen dialectos regionales de la Antártica, Pacífico norte, Nueva Zelanda, océano Índico, California. En Chile, no sabíamos lo que estaban cantando, pero descubrimos a través de la acústica que las ballenas azules acá tienen un dialecto propio, chileno, que se escucha solamente en el Pacífico tropical. Especialmente en la Patagonia, pero también en Galápagos, Juan Fernández y en Chañaral de Aceituno, en la Región de Atacama”, agrega.

Comunicarse con las ballenas, o al menos comprenderlas, es también el sueño de Sonia Español, doctora en biología marina e investigadora asociada de la Fundación Meri. Su inquietud también le apareció desde niña, cuando veía la serie Flipper en televisión. “Me encantaba ver cómo ese delfín se comunicaba con la entrenadora”, cuenta. Desde entonces, su fascinación por los delfines se fue expandiendo y hoy está dedicada a estudiar la comunicación entre ballenas. “Mi doctorado fue en vocalizaciones jorobadas, y cómo podían verse afectadas por el ruido que genera el tráfico marítimo. Por una parte, tenía que estudiar los cantos de esta especie, que nunca se había hecho, y a partir de ahí ver si existía alguna relación con el ruido de las embarcaciones”, explica. Y agrega: “Registramos jorobadas cantando en el Golfo Corcovado, que por ser una zona fría siempre se había creído que era un área de alimentación, pero al estudiar sus cantos surgen nuevas hipótesis, porque los cantos que recogimos se asocian a cortejo, a reproducción, que se supone se da en zonas calientes como Ecuador. Entonces hoy surge la pregunta de por qué están cantando de esa forma ahí”.

Es el ruido de los barcos lo que mantiene a ambas investigadoras en alerta. “El océano es un medio acústico, y en los últimos 100 años hemos inyectado fuentes de sonido ajeno a estos animales. Hoy, ellos viven como si estuvieran en una carretera donde pasan motores todo el rato, y eso produce un estrés e impide escuchar al otro”, dice Susannah Buchan».

Pérez, D. (2018, 17 de agosto). Los misterios de las ballenas. La Segunda.
https://digital.lasegunda.com/2018/08/17/V/RVSV-A-20180817-008

¿Cuál es el propósito del último párrafo?

DEMRE / Universidad de Chile (2021). Modelo de Prueba de Comprensión Lectora.

A)  

Describir las fuentes de ruido en el océano durante el último siglo.

B)  

Demostrar que las embarcaciones provocan contaminación acústica.

C)  

Afirmar que las embarcaciones circulan sin conciencia sobre las ballenas.

D)  

Exponer el daño que produce el ruido de las embarcaciones.

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